lunes, 16 de diciembre de 2013

VIII. Fiebre.

'La pura realidad que nos atrapa...'

Vaya, otra canción más en mi cabeza, y me daba igual. Tenía a Aitor conmigo, me estaba abrazando, notaba su olor y la suavidad de su piel. No quería nada más. Pero, ¿qué me estaba pasando? Aitor era simplemente mi amigo, aunque en ese momento lo único que deseaba es que el tiempo se detuviese y nos quedáramos así eternamente, pero no pertenecíamos a ninguna típica película en el que tendríamos un final feliz por mucho que todos los acontecimientos resultaran irreales.

-¿Volvemos a casa?
-O hacemos del bosque la nuestra.- Pero, ¿qué estaba diciendo? Aunque no se alejaba de la realidad...

Aitor comenzó a reírse, y le callé con un beso. Aún no me creía que estuviese haciendo aquello porque jamás había besado a nadie, y que ya me saliese tan natural me parecía nada menos que impresionante.

-Volveremos, te lo prometo, pero ahora debo llevarte a casa, Nana estará preocupada por ti.
-De acuerdo.

Cogimos el primer autobús que pasó para dirigirnos a casa. Nana nos esperaba en el recibidor del porche como si supiese a que momento exacto llegaríamos allí.

-Hogar dulce hogar-pensé.

Nana me recibió con un abrazo y me colocó una manta sobre los hombros, Aitor entró con nosotras. 

-¿Cómo te encuentras, Alejandra? ¿Estás bien?-Preguntó Nana con impaciencia mientras demostraba lo contrario por su tranquilidad al acariciarme el brazo.
-Sí, sí. No ha sido nada, Nana, no hay de qué preocuparse. Simplemente me invadió el sueño y me quedé dormida.
-¿En el bosque? Bueno, no le demos importancia, estás aquí. Voy a prepararte un chocolate, ¿Aitor quieres?
-Oh, gracias señora Nana, pero yo mejor vuelvo a casa, es tarde.
-Quédate, por favor.-Le dije.
-Vale pero...debo llamar a mi madre.
-Claro, ya sabes donde está el teléfono.-Apareció una sonrisa en mi cara que provocó una en la suya.

No me extrañó nada la reacción de Nana, sé que realmente se preocupaba por mí, me quería, era evidente, pero Nana era la persona más optimista que había conocido nunca, a pesar de los problemas que había tenido en su vida, siempre salió adelante demostrando ser una mujer luchadora algo que según mis padres heredé y no me cabía otra opción que aceptarlo al ver cómo había sobrellevado aquellas situaciones. Nana era única-sí, sé que no he conocido a mucha más gente en mi vida, y menos mujeres-y sólo ella sabía cuando estaba mal y cuando necesitaba ayuda, algo que ella siempre me podía proporcionar-sin contar lo mucho que me divertía jugar con Nicki, pero era un hámster. 

Nana volvió con tres tazones con chocolate en una bandeja acompañados por un plato con cookies, un delicioso manjar para una tarde fría de otoño como aquella. Mientras tanto, Aitor bajaba de las escaleras desde el baño superior, supuse, y se sentó junto a mí en el sofá. Nana debió percibir algo de lo nuestro.

-¿Para cuándo la boda?
-¿Qué?-comencé a reírme a carcajadas mientras el rojo le subía por la cara a Aitor hasta llegarle a las orejas que estaban algo descubiertas a pesar de llevar un gorro.
-Era broma...-rió Nana.-Lo siento, sé que os agrada mi presencia pero hoy no he tenido mi sesión de relajación y debo escribir, así que os dejo por un rato. Volveré.

Nana era una aficionada a escribir, a pesar de ello y de la buena relación que teníamos nunca me había dejado leer ninguno de sus escritos y aunque no entendía por qué, lo respeté. Ella era la que me contaba los cuentos en la cama cuando era pequeña escritos por su puño y letra, y juro que no hay mejores fantasías que las que me narraba ella. La mayoría hablaban de sueños, de cumplirlos, siempre me juraba y perjuraba que los sueños se harían realidad algún día, y sobre todo a mí por ser su nieta. Yo me lo creía, mi inocencia me lo permitía, pero cuando crecí dejé de pensar en ello. Aunque me quedaba la esperanza de conseguir mis sueños no lo veía como un destino fijado y nadie dijo que iba a ser fácil hacerlo. Y, a pesar de no creerme ya sus fantasías, cuando caía enferma de mayor ella seguía contándomelas para tranquilizarme, yo caía rendida en el sueño profundo y, según ella, con una sonrisa dibujada en mi cara-quizás soñando con aquellas historias increíbles-. 

 A continuación, Nana subió las escaleras con la taza de chocolate y una galleta. Aitor y yo nos quedamos solos de nuevo.

-¿Te apetece ver una película?
-Claro, ¿por qué no?-lo notaba incómodo y aún tenía la cara roja.
-¿Te ocurre algo, Aitor?
-No...Bueno, la verdad es que no me encuentro muy bien-el rojo de su cara parecía acuarelas mal disueltas.

Le retiré el gorro y le toqué la frente, tenía fiebre. Mientras comenzaba a tiritar me dirigí al baño a por una toalla mojada para ponérsela en la frente.

-Has cogido frío seguro. ¿Para qué me diste la chaqueta?
-Debo ser un buen caballero, ya sabes si no...-sonrió mientras simulaba que le cortaban el cuello y señalaba hacia arriba, refiriéndose a Nana.
-Anda, ven.-Me senté en el sofá e hice que posara su cabeza en mis piernas, poniendo un cojín para que estuviese cómodo. Le coloqué la toalla mojada en la cabeza y él respondió a ello con una mueca de desagrado.-Sé que está fría, pero será mejor para ti.-Dije mientras acariciaba su pelo formado en una pequeña cresta que asomaba mechas doradas.

Puse la televisión y haciendo zapping coincidí con un canal de música, donde estaba sonando una de nuestras canciones favoritas que definía el momento a la perfección. Lo dejé, era una canción calmada y Aitor necesitaba relajación. Sin embargo, él se acercó a mí y me susurró al oído.


'Será nuestra canción y no nos importará que nos arrastre...'

-La canción que se encuentra tanto al principio como al final del capítulo es 'Anticiclón de Iván Ferreiro y Leiva'-

lunes, 9 de diciembre de 2013

VII. Woods.

-Alejandra, Álex, Alejandra, ¡despierta!

Noté como me zarandeaban, me desperté con la respiración acelerada, no sabía dónde me encontraba.

-¿Qué...qué pasa?-dije aún soñolienta.
-¿Que qué pasa? Te has quedado dormida en medio del bosque. ¿Se puede saber qué haces aquí? ¿Te encuentras bien?
-Sí...sí, creo que sí. ¿No tendrás algo de agua?
-Sí, claro, aquí tienes. -Aitor me dio una botella de agua, bebí con ganas, me sentía sedienta, vacía.-Bueno...ahora me puedes decir ¿qué ha pasado? ¿Te ha traído alguien aquí?
-No, ¡no! ¿Qué te ocurre, Aitor? Te encuentro alterado...
-Lo siento, estaba preocupado. Me llamó Nana porque no sabía dónde estabas y no sé cómo mi intuición me ha traído hasta aquí. Anda, ten-se quitó su chaqueta y me la puso por encima de los hombros, olía a él, era reconfortante.

Nos hallábamos en el bosque, y  supuse que serían aproximadamente las 7 de la tarde de un frío otoño; el cielo comenzaba a oscurecer, tomando un tono azul característico relacionado con el frío, las hojas bañaban el suelo con toda su espesura, y aparecía la primera humedad acompañada de helada de la noche. A pesar de ser una noche fría, yo no me sentía así, quizás sería por la chaqueta de Aitor, que pronto le devolví al no poder verle sin ella-se estaría helando-o quizás sería otra de las muchas cosas raras que me estaban ocurriendo. Opté por la segunda, pero no le di importancia. 

Aitor me dirigió más allá del bosque, comenzando en la parte de las montañas, algo que me extrañó, pero aún a eso no le di importancia. Probable era que ya estuviese acostumbrada a las cosas extrañas, por lo que no me incomodaba y menos con su compañía.

El sonido principal eran nuestros pies pisando las hojas secas del suelo junto a la respiración de Aitor. Un hilo de vaho le salía de la nariz, y le daba al paisaje un toque azul blanquecino, hacía que lo viese aún más reconfortante. 

De pronto comencé a preguntarme lo que siempre me preguntaba cuando viví las cosas extrañas, sentí que volvía a aquella horrible rutina: ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué nada me parecía extraño? ¿Por qué me llevaba Aitor más allá? Y lo más importante, ¿por qué me sentía tan bien? La última pregunta la respondí de inmediato, yo misma había soñado con un bosque en el que lo dibujé en mi mente como mi propio paraíso, a pesar de encontrarme sola, lo encontraba cómodo y no sentía ningún tipo de miedo, eso era algo que había cambiado.

Aitor se paró de repente, y se me ocurrió mirar más allá de él. Era impresionante, nos encontrábamos encima de las montañas, ya habíamos pasado el banco de niebla, y desde allí podían observarse todas las luces de la ciudad como puntitos pequeños simulando las estrellas, cada una con su parte especial. Nosotros podíamos ver todo el pueblo, en cambio ellos ni se podían imaginar que nos encontrásemos allí.

Aitor se sentó, y yo le imité. Aquel paisaje que se encontraba en frente de nosotros me causó una sonrisa. Noté cómo Aitor me miraba, pero no quise mirarle, no quizás del modo en el que me miraba él. Sacó su teléfono móvil, y me levanté suponiendo que aquel momento de relajación había acabado y que estaría llamando a Nana para no preocuparla ya que volveríamos a casa. Pero él, al verme con el ademán de irme, dio unos golpecitos en el suelo con sus manos, que estaban cubiertos de unas manoplas.

-Quédate.

No dije nada, porque no sabía que decir y porque a lo mejor no había que decir nada. Nunca me había encontrado en una situación así, pero al no verla grave y comparándola con las anteriores, opté por sentarme, esta vez más cerca de él.

De pronto, comenzó a sonar una canción, una canción que él empezó a cantar en susurros, cada vez subiendo el tono de su voz más. No sabía que Aitor cantase tan bien. Enfatizó en un frase:

''El aire de aquello que nunca te dije, palabras que el viento a su antojo dirige''.

Me marcó, me quedé petrificada y sin saber cómo actuar, comencé a reírme a carcajadas, pero paré, porque supe en el momento que no era una buena respuesta a eso. Y aún así, Aitor no se lo tomó mal.

-Sé que canto mal Álex. Es algo que deberías saber hace años.
-No, no, no Aitor, para nada. Es más...me...me encanta tu voz.-Me ruboricé, aunque nadie más que Aitor podía pasar tanta vergüenza.
-Entiendo...Gracias.-Apareció una medio sonrisa en su cara.
-Ya que veo que tú no tienes la intención de decírmelo, ¿qué hacemos aquí?

Aitor se aclaró la voz, sus manos temblaban.

-Verás...-tartamudeaba y por ello posé mi mano en su brazo. Suspiró de tranquilidad.-Este lugar, es mi favorito, de aquí. Lo veo especial, y desde hace años cada vez que me encuentro mal y necesito evadirme, vengo aquí. Desde aquí todo se ve más pequeño, y no sé por qué, pero pienso que mis problemas son tonterías a comparación de los de los demás.-Señaló hacia las luces de las casas.

-Cada problema es importante, no tienes porque sentir tus problemas inferiores.
-Lo sé...Pero, realmente no quería decirte esto.
-Bien, tú dirás...

Y no dijo nada. Simplemente me besó.

Mi cabeza comenzó a dar vueltas y sólo una cosa aparecía en ella, ¿pertenecíamos a un sueño o a la realidad?

-La canción que canta Aitor es 'El día que hizo más viento que nunca' de Carlos Sadness-


sábado, 30 de noviembre de 2013

VI. Sueños.

Pasaron días e incluso semanas. Todo volvía a ser ameno, o así lo parecía. Me volvía a encontrar bien, pensé que todo aquello que me había pasado sería una racha más en mi corta vida, algo que debía pasar todo el mundo alguna vez. Por ello, decidí ignorar el tema, ocuparme de mi misma y para ello me centré principalmente en los estudios y me volví más solitaria.

Lo único que me preocupaba en aquel momento además de mis estudios era la música, aún sigo sin entenderlo pero era la única que me podía ayudar, era con lo único que me sentía plenamente bien, cualquier letra era plena identificación, me sentía llena por dentro, algo contrario a aquel vacío que tuve semanas antes, que irónicamente, a pesar de ser un gran vacío la presión me oprimía el pecho y me quitaba la respiración.

Me desperté, justo en el instante en el que empezaba a sonar 'When You Can't Sleep At Night' de Of Mice & Men. Esa canción me relajaba tanto...Tanto que me sentía en otro mundo, era extraño porque realmente tenía vivencias, algo parecido a un sueño pero en el que sentía las cosas con mucha fuerza, la suave caricia de una mano en la mía, mientras me retiraban el pelo y lo colocaban detrás de mi oreja, las frescas gotas de lluvia que se precipitaban en mi cara e inundaban mi corazón. Los olores eran sorprendentes, me encontraba en un bosque precioso, en el momento de crepúsculo, y mi nariz era capaz de captar un olor tremendo a pino y eucalipto, algo que me hacía ensanchar los pulmones y sentirme viva. Mientras tanto, sonaba 'Wash' de Bon Iver, una canción que se encontraba en mi lista de reproducción, y la explicación principal podría ser que mientras dormía se reproducía en el aleatorio, pero las sensaciones eran tan sentidas que volví a extrañarme. 

Esta vez no me asusté, no sentí estas vivencias como una amenaza para mi vida. Quizás sí podrían cambiarla radicalmente, pero no veía el lado negativo a ello, mis expectativas eran buenas, aunque ni siquiera sabía quién me acariciaba la mano ni quién me retiraba el pelo de la cara, no me importaba, necesitaba algo distinto, algo distinto pero bueno, y aunque me extrañara no le di la más mínima importancia, eran de esos sueños en los que me quedaría a vivir para siempre.

domingo, 29 de septiembre de 2013

V. Fire.

Los días siguientes pasaron fácilmente, decidí hablar con Érika, intentar solucionarlo todo-ya que quizás ella tendría una solución- porque, aunque aquello no era mi mayor problema en ese momento quería estar plenamente bien, sin sentir ningún obstáculo que entorpeciese mi camino. Me lo merecía después de tanto tiempo sufriendo.

Entré en clase con una sonrisa en la cara, no excesiva, porque no quería fingir que todo estuviese bien del todo aunque era mi mayor deseo en ese momento. Miré al frente, y encontré a Érika en una esquina de la clase, apartada de todos, con un atuendo distinto al que solía llevar. Ya no iba completamente de negro, sino que lucía algún que otro color vivo, incluso llevaba una diadema que decoraba su bonito pelo negro. Sus ojos verdes no estaban rodeados por una gran capa de maquillaje negro, brillaban, brillaban como no los había visto brillar hasta ese momento, desprendía libertad, quizás ella también había conseguido escapar de alguna pesadilla que le estuviese impidiendo ser ella.

Me senté en una mesa cercana a la de ella, intentando mostrar mi confianza de nuevo, como cuando me presenté por primera vez, sin embargo, en esa ocasión quería que todo fuese bien, que no volviese a ese oscuro e infinito mundo sin salida, que todo fuese luz.

Terminaron las clases, y en el descanso era el momento de dar el siguiente paso, de intentar conocer una respuesta.

-Ho-hola, Érika. ¿Cómo te encuentras?-me temblaba la voz, era inevitable. Oh no, los malditos nervios volvían a aparecer.
-Hola Álex, ¡cuánto tiempo!-la noté insegura, pero enseguida me mostró una sonrisa.
-Sí...bastante tiempo...-no sabía qué decir...De repente me quedé sin palabras, pero finalmente conseguí arrancar.-Querría hablar contigo...sobre lo que pasó aquel día. Supongo que tú lo recordarás tan bien como yo.
-Oh, claro...Me quería disculpar, te hice daño y huí. Sé que no debería haberlo hecho...Lo siento.
-No te preocupes. Todo va bien. Pero, ¿por qué lo hiciste? Puedes confiar en mí.-Fui al grano. Me sentí sorprendida como después de haberme quedado sin palabras, éstas salieron sin dificultad, como una cascada.
-Sé que puedo confiar en ti. Simplemente...Lo presiento.-Aquello me pareció extraño, ¿qué presentía?
-Y bien...¿qué ocurrió?
-Prefiero que nos alejemos de aquí. No es un lugar muy adecuado para hablar de esto.
-De acuerdo.-dije.

Llegamos a unos bancos que estaban cercanos al instituto, cerca de un bosque. Nos sentamos, cada una esperando el comienzo de la otra.

Érika comenzó a hablar.

-Como sabes me llamo Érika. Vengo de una importante familia italiana. Intento disimular mi acento, porque no quiero que nadie sepa nada.-La verdad es que hasta ese momento no me di cuenta de que tenía algo de acento, pero después de todo lo que me había ocurrido, era en lo que menos podía pensar.-Cuando tenía 7 años hubo un gran incendio en mi casa.
-Oh.-Solté sin ni siquiera pensarlo.-Lo siento...
-No pasa nada. -Se remangó, aunque volvió a poner las mangas en la posición anterior. Se aclaró la voz- Mis padres murieron en aquel incendio y mi hermano y yo fuimos a un orfanato, ya que no teníamos con quién quedarnos...El destino de la adopción era España, algo que me gusta porque nuestro idioma es parecido, aunque en ese momento era lo que menos quería, ya que acababa de perder a mis padres y estaba en manos de extraños, los cuales me iban a enviar a otro país con desconocidos. Nos separaron a mi hermano y a mí, él era el mayor, siempre cuidó de mí, y por eso lo adoro. Mi vida no ha sido nada fácil, Álex, aunque perteneciese a una gran familia italiana mis padres no se llevaban bien, no se amaban, y eso me afectó. Me hubiese gustado ser una niña feliz, pero no fue así. Aquel día, cuando te dañé, lo único que se me pasaba por la cabeza es que debía acabar conmigo, no merecía vivir. No sé por qué, porque lo que más deseo es encontrar a mi hermano, saber cómo está, simplemente eso, necesito saber que está bien.
-Lo siento, de verdad.-No sabía qué decir, no había pasado por una situación así hasta aquel momento.
-No te disculpes, no eres la culpable. La que debe pedir perdón soy yo.
-¿Y ahora, a qué viene ese cambio de atuendo? No es que me importe, lo sé...Pero me ha extrañado.
-Probablemente antes llevaba ropa negra por sentirme protegida, fuera de este mundo, para evadirme, por hacer una especie de luto, realmente no lo sé...Pero he decidido cambiar eso, debo solucionar al menos una cosa en mi vida, luego vendrá lo demás.
-En eso estoy de acuerdo y quiero que sepas que puedes contar conmigo. Aunque no lo parezca yo también he pasado por malos momentos y sé lo que es estar verdaderamente mal...
-Mira, quiero que nos olvidemos de todo esto por un rato, ¿vale? He averiguado que aquí cerca hay una cafetería en la que hacen unos bollos deliciosos. ¿Te gustaría acompañarme?
-Claro. Nos vendría bien algo de chocolate.

domingo, 15 de septiembre de 2013

IV. Paz.

-¿Nana?-pregunté mientras bajaba las escaleras dirigiéndome a la cocina. Parecía que estaba hablando por teléfono, así que no quise hacer ruido por si la molestaba. Aún quedaba eso en mí, la paciencia, aunque estuviese en reservas porque la iba consumiendo poco a poco.

-Sí, Malik...Lo entiendo...-había demasiadas pausas en su conversación, parecía algo seria.-Sí sí...La llevaré al médico,  y espero que no sea nada...Es demasiado pronto para ella, solo tiene 16 años.

¿A qué se refería Nana? Quizás era por la hija de alguna vecina, pero...No podía ser, había comentado algo de un médico, aunque esa chica se podría haber quedado embarazada y había confiado en Nana para ayudarla.

Aparecí en la puerta de la cocina pero no quise hacer preguntas, no quería entrometerme en ningún problema más, ya tenía bastante. Nana sonrió al verme pero aún seguía con el plan de no preguntarme nada por si la respondía mal, y la entendía, de verdad que la entendía. Quitándome aquella idea de la cabeza quise enfrentarme ya a mis problemas y hablar con Nana.

-Nana...
-¿Sí, cariño?
-Me gustaría contarte algo...
-Oh, no me digas que te gusta algún chico, cuéntame. Pero espera, dejo esto y nos sentamos en el sofá.-dijo dejando un cuchillo en el fregadero.
-De acuerdo, te espero allí.-como sabía, la paciencia se me estaba agotando...Pero esa situación la veía de un imposible tremendo, necesitaba desahogarme, quitarme esa carga de encima que me estaba presionando el pecho, hasta tal punto de dificultarme la respiración.

Me senté en el sofá, en mi sitio favorito, donde tantas veces el sueño me había vencido y acababa dormida con unos sueños totalmente opuestos a los de ese momento, cuando lo más importante era no salirse al pintar un dibujo ya hecho, cuando aún era inocente.

Nana llegó con vasos llenos de agua para ambas, yo bebí del mío, mi boca estaba muy seca, no sabía cómo empezar. Definitivamente me tomaría por loca.

-Cariño...cuéntame.
-Bien...por dónde empiezo...-empecé a sentirme incómoda, me temblaban las manos y temía desmayarme otra vez.
-¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien? Tranquilízate...Sabes que puedes contarme lo que sea.
-Lo sé, esto es muy difícil...-''Pero debo hacerlo'', me decía en mi mente una y otra vez.
-Respira hondo, con calma.
-Verás...-era incapaz de mirarla-Llevo varias semanas encontrándome extraña, no sé qué puede ser. He pensado que quizás son las hormonas como te comenté, pero ya ha pasado bastante tiempo y no creo que sea un virus. Podría ir al médico, supongo que allí me lo solucionarán.
-Claro-respondió con media sonrisa aunque se la notaba algo nerviosa-Si quieres hoy mismo pido cita para mañana, ¿te viene bien?
-Sí, cuanto antes mejor.-Mi respiración comenzó a ir bien. Bajó la presión de mi pecho.

Aquella noche era la primera que la pasaba bien después de tanto tiempo. No hubo pesadillas, no que yo recordase, y me sentí bien. Había una parte de mí que pensaba que ya podría vivir tranquila, y otra no, porque ¿y si volvía a recaer? Sería horrible. Aunque me quedaba la satisfacción de que iría al médico pronto y probablemente todo se fuese a solucionar.

De pronto recordé había olvidado un detalle, un detalle muy importante, quizás el que más, mi sangre, aquella sangre azul y brillante que había visto aquel día, que hizo obsesionarme con el tema, con la que tuve múltiples pesadillas, la misma que tenía Nacho. ''Si mi cabeza lo ha olvidado será porque no tendrá demasiada importancia'', pensé.

Dos días después fui al médico, y al llegar a consulta me encontré con una inesperada sorpresa.

-Alejandra Lecussan, ¿verdad?-llevaba bastante tiempo sin escuchar mi apellido, sabía que era de origen francés porque el bisabuelo de mi padre lo era, pero no me había percatado hasta ese momento.-Bien, primero debo saber qué te pasa antes de hacerte los análisis.
-De acuerdo...-Quería contar todo lo que me ocurría, pero prefería no mencionar lo de la sangre, creía seguro que formaría parte de mi imaginación debido al mareo que tuve.-Llevo semanas encontrándome mal, el pelo me crece sin sentido...Las ojeras siguen ahí, y tengo unos sueños malísimos. No sé qué puede ser...
-Bien, procederemos a hacerte las pruebas, pero para ello debes estar dormida. No te preocupes, no sentirás daño. Sólo un pequeño pinchazo.-Seguro que ese pinchazo no era nada comparado a los que sentí cuando me salió la sangre del brazo. Y no entendía por qué debía permanecer dormida, aunque cedí en aquello, era médico, quería ayudarme.

Estuve dormida durante dos horas y salí como nueva. Me sentía bien, tranquila, en paz...Cuando salí de la sala de pruebas, vi como Nana y la doctora hablaban en bajo, no quise pensar en que algo malo me estuviese pasando, porque por primera vez me sentí en paz, algo que ni la música pudo conseguir.

viernes, 13 de septiembre de 2013

III. Madness.

-Oh, Alejandra, ya veo que estás mejorando.

Me desperté tumbada, supuse que me encontraba en la enfermería del instituto y junto a mí estaba la enfermera, conocida por su poca amabilidad y por lo fría que era. Notaba el pulso en mis sienes y una gran tensión en mi brazo izquierdo. No sabía lo que ocurría, no sabía que me había pasado, y en lo único en lo que pensaba era en ir a clase, porque estaba retrasándome.

Me levanté apresurada de la camilla y cuando me aproximaba a la puerta la enfermera se puso delante de mí impidiéndome la salida.

-¿A dónde crees que vas, jovencita?
-Debo ir a clase...Llego tarde.-intenté salir de nuevo.
-Oh, no te preocupes por eso...Tu abuela está en camino. Te marchas a casa.-puso una de sus manos en mi pecho paralizándome. Me dio otra punzada en el brazo.
-De...de acuerdo...Pero debo coger mis cosas.
-Sí, aquí tienes.-dijo dándole una pequeña patada a mi mochila.

Intenté coger la mochila, pero el dolor que tenía en el brazo lo impidió y decidí sentarme en una silla. La enfermera ignoraba que yo aún seguía ahí, mostrando su poco interés como era habitual.

Nana llegó enseguida, fuimos a casa en autobús y aquel trayecto fue distinto a los demás. Nana y yo solíamos hablar de muchísimas cosas, pero en esa ocasión me lo pasé mirando por la ventana, sin saber qué andaría buscando en la calle. Nada había cambiado, nada excepto yo.

Volví a curarme la herida después de darme una ducha, mientras me duchaba intenté olvidarme del día tan horrible que había tenido, así que me puse un poco de música para relajarme. La relajación duró poco, de pronto empezó a sonar 'Bleeding Out' de Imagine Dragons y a mi mente volvió la imagen de la sangre saliendo de mi piel. No quise seguir pensando en aquello y menos aún en el color que me pareció ver en la sangre, ¿azul y brillante? ¿De dónde me habría sacado aquello? Seguramente habría sido fruto de mi imaginación, quizás estaría mareándome cuando me corté, yo nunca fui muy amiga de la sangre.

Mi humor seguía cambiando, eso era seguro. Incluso Nana lo notaba, evitaba hacer preguntas simples como: ''¿Qué quieres de cena?'' Por si recibía una mala respuesta.  Y yo me sentía fatal por ello...Nana no se merecía ese trato, ella no tenía la culpa de mi cambio, y ni yo la tenía. ¿Por qué me pasaba aquello a mí? ¿Qué había hecho? Mi vida estaba bien, iba bien en los estudios, tenía a Aitor y a Nicki, a mis padres los tenía lejos, pero sabía que seguían estando ahí para mí. Eso sí, lo último que quería en esos momentos era preocuparlos también a ellos. Aún me quedaba la esperanza de que aquello que me pasaba terminaría pronto, aún tenía la esperanza de que quedaba algo de mí conmigo.

Pasaron varias semanas, quizás 3 ó 4, aunque no recuerdo la cuenta ya que durante aquellos momentos me sentía completamente ida, mi mente no iba bien, seguía con aquellas pesadillas; sin embargo, cada vez lo veía todo más claro. Nacho seguía apareciendo en ellas, pero ahora le acompañaba algo nuevo, algo que había tratado olvidar porque no lo veía lógico...Aquella sangre azul y brillante. La tenía en sus manos, se le veía preocupado, mirando hacia el suelo, quizás buscando una respuesta como yo lo hacía en esos momentos. No se encontraba nada a su alrededor...Simplemente se le veía a él, rodeado de árboles y de hojas marrones teñidas de aquella sangre misteriosa. Mi mente se contradecía ya que lo llegué a ver hasta lógico; llevar tanto tiempo soñando aquellas cosas formaba parte de mi rutina, ya lo consideraba normal. Hasta que un día en mis sueños empezó a aparecer Érika, ¿qué hacía ahí? Quise buscarle una explicación pensando en que la sangre me había salido con ella delante, quizás todo serían remordimientos, pensamientos que deberían salir de mi mente, y quizás la mejor manera sería escuchando música. 

''Hypnotised'' de McFly comenzó a sonar en mi habitación. Me tumbé en la cama, tratando de buscar la tranquilidad. No absoluta, ya que sabía que no la iba a encontrar...Pero me merecía un descanso. Cuando escuché los versos: 'I can't get you off my mind. That's when I realised you had me hypnotised'. Me di cuenta de que quizá todo había sido culpa de Nacho...Empecé a creer en la brujería, pero me pregunté en varias ocasiones si realmente sabía lo que estaba haciendo, ¿cómo podía haber llegado hasta allí? Me estaba volviendo loca. Estaba llegando a tal punto de locura que no era normal, necesitaba contárselo a Nana. Debía hacerlo.












jueves, 12 de septiembre de 2013

II. Sangre.

Fueron pasando los días...Y yo aún seguía preguntándome qué ocurría conmigo misma...Mi cuerpo era distinto, me sentía rara. El pelo seguía creciendo y mis ojeras también...Dormía bien pero tenía unos sueños muy extraños, sueños en los que aparecía Nacho de espaldas, un Nacho algo distinto, más alto y corpulento, se encontraba en medio de un bosque, comunicándose con alguien a su alrededor que yo era incapaz de ver. Supuse que era él porque oía su voz en los sueños, y aún recordaba sus gruesas manos.

Todo eso hacía que durante el día notase mi cuerpo agarrotado, tenso pero sin fuerzas. Quería salir de ahí, fuera lo que fuese lo que me había poseído debía ser expulsado de inmediato. Yo no creía en 'posesiones', o en las típicas de películas de terror...Pero esto era distinto, me encontraba mal, incluso mi humor había cambiado, y todo por pesadillas.

Quería olvidarme de aquellas pesadillas. No entendía por qué de repente me pasaba todo aquello a mí. Hormonas, pensé. Pero que me creciese tan rápido el pelo realmente me preocupaba...Un día decidí hablar con Nana, con quien tenía bastante confianza, ella me dijo que si me seguía ocurriendo iríamos al médico para hacerme unos análisis ya que pensaba que también podría ser un cambio en mi cuerpo repentino, aunque fuese extraño.

Ese mismo día en clase había una chica nueva, se llamaba Érika e iba vestida de negro. Su enorme flequillo tapaba sus ojos y, al verla tan sola, decidí presentarme, pero en ese mismo instante entró el profesor Stewart, de Inglés.

Después de clase, vi como Érika se alejaba hacia el baño y decidí seguirla. Cuando entró, abrí la puerta despacio porque aún no me veía muy decidida a presentarme, y en ese mismo instante vi cómo sacaba de su mochila un objeto alargado que se colocó encima de la muñeca. Decidí intervenir.

-¿Qué...? ¿Qué estás haciendo? ¿Te encuentras bien?-mi voz casi no conseguía salir...Me volvía a encontrar mal.

Ella hizo como si no estuviese allí, siguió a lo suyo y en ese mismo instante es cuando decidí pararla abalanzándome sobre ella. El objeto afilado que llevaba traspasó la piel de mi mano, y comenzó a brotar sangre de la palma...No tenía un color normal, no era como yo me la imaginaba, tenía tonalidades azules, brillantes...

Me desmayé.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

I. Start.

Me levanté de la cama con la idea de no pensar en aquello durante el día...Mi mente se había centrado en el 'amor' y realmente a las 7.30 de la mañana pensé que no era un buen momento para aquello.

Desayuné junto a Nana, y mientras me preparaba para ir a clase me noté algo extraño...Mi pelo estaba más crecido que el día anterior, aunque pensé en no darle importancia ya que quizá llevaba más tiempo del que pensaba sin fijarme en mí en el espejo.

Ese mismo día, intentando ignorar el tema del 'amor', algo que no había durado mucho tiempo en mi cabeza hasta ese momento, ocurrió algo que nunca me había pasado. Mientras estaba metiendo mis libros en la taquilla después de la clase de Historia, Nacho- también conocido como 'Nachete' uno de los mayores matones del instituto- apareció delante de mí justo cuando cerré la puerta de la taquilla.

-Hey, preciosa. ¿Puedes venir un momento?

Yo, al no darme por aludida, lo ignoré y seguí a lo mío, pero él me alcanzó y se interpuso en mi paso. Intenté no mirarle, ya que era algo que me incomodaba mucho, pero Nacho alzó mi barbilla con sus grandes dedos y fui obligada a hacerlo.

-Y bien...¿qué quieres?-dije con timidez.
-Me gustaría pedirte una cosa.-dijo mientras sonreía.
-Creo que no soy a quien buscas...-intenté escapar de allí. Me sentía incomodísima.
-Eh, espera.-Me cogió del brazo y me paró de nuevo.-Es en serio...-Noté cómo dudaba por su voz-¿Quieres venir conmigo al cine el sábado?

Por fin lo soltó.

-No creo que sea buena idea...Tengo un examen de historia el lunes.-En realidad no era una excusa, pero me venía bastante bien para esa situación, ya que seguía sintiéndome incómoda y él era un chico que no me gustaba, sabía que era para utilizarme.
-Venga, te divertirás...
-No, gracias, pero no.-No dudé en ese momento y decidí echar a correr por el pasillo hasta que me topé con Aitor.
-Eh, Alex. ¿A dónde vas con esas prisas?
-Oh, hola Aitor...-Creo que mi presión se notaba porque estaba sonrojada-Nacho me ha dicho de ir al cine con él...pero no creo que sea buena idea.
-Espera, ¿Nacho? ¿Nachete?
-Sí, ese mismo...-suspiré intentando escapar también de esa situación.
-Pues creo que lo mejor ha sido ignorarle...porque he oído algo de que iba a invitar a varias chicas por una apuesta o algo así...
-Vaya...mmm...Aitor, no me apetece hablar mucho ahora, ¿vale? Además llego tarde a clase...-empecé a andar sin ganas pero con prisa.
-Recuerdas que vamos a la misma clase, ¿verdad?
-Oh sí...

Aitor me rodeó con uno de sus brazos y comenzamos a andar hacia clase. Y sentí lo bien que me venía notar aquel apoyo en él...Me sentía realmente mal y no sabía por qué.

Prólogo.

Me desperté pensando en todo lo que tenía y en lo que quería ser. Me llamaba Alejandra y tenía dieciséis años. En ese momento vivía con mi abuela, Nana,  ya que mis padres tuvieron que marcharse a Inglaterra por motivos de trabajo. Mi mayor confidente era un hámster llamado Nicki y al contrario que muchas chicas de mi edad tenía un mejor amigo...al que denominaban rarito pero que para mí era el mejor, Aitor.

Sabía todo lo que tenía y todo lo que no, por ejemplo el 'amor' no estaba en mis planes en ese momento. Lo único que me preocupaba eran mis estudios, ya que quería obtener una buena media para acceder a  la universidad que quería y estudiar Estudios Ingleses y así en un futuro no muy lejano- o eso era lo que pensaba- viajar a Inglaterra con mis padres, vivir allí y hacer un cambio de aires.

Aunque, quizás, el cambio de aires no sería como yo pensaba y ocurriría antes de tiempo.