viernes, 31 de enero de 2014

X. Luz.

El despertador comenzó a sonar y una increíble fuerza se apoderó de mí forzándome a cogerlo y lanzarlo contra la pared con la intención de apagarlo o a lo mejor romperlo. Otro día más, igual que los otros, con esa rutina que volvería a agotarme. Y yo sin saber cómo podría ponerle fin a esa locura.

Al contrario que los anteriores días, me quedé tumbada en la cama mirando hacia el techo intentando recordar qué había ocurrido el día anterior, pero mi cabeza se encontraba vacía. En ese momento, mi cabeza se encontraba demasiado agotada para pensar por lo que seguí mirando el techo, imaginándome una constelación sobre mí, iluminándome, reflejándose en mis ojos.

No había ruido a mi alrededor, y eso era lo mejor. El zumbido de mis oídos no volvía a torturarme y eso me hacía de alguna manera feliz -si es que podía estarlo-. Cogí un libro que se encontraba en mi mesilla, y leí el título, éste decía: The Fault In Our Stars, su cubierta era azul, de un azul cielo, como en aquellos días en los que iba a la playa con mis padres y el sol radiante enrojecía mi carita. Aquel libro no lo había visto anteriormente-o quizás sí, pero no lo recordaba- por lo que me dispuse a empezarlo. Ese día no iba a hacer nada, no me apetecía, y ya que una especie de destino parecía que estaba guiándome en mi vida con el único propósito de dañarme, quería ser yo la que guiase aquel instante y hacerlo mío.

Leer, aquella experiencia tan maravillosa que aprendí junto a Nana, gracias a su gran afición por la escritura y la lectura, a los 4 años ya sabía leer perfectamente y por ello los profesores me tenían como a la lectora oficial de mi clase, aunque eso era lo mucho que destacaba en clase, luego sería otra silla ocupada más, sin mucho más que aportar, solo mis notas con una buena media y una cabeza llena de sueños que nunca se desvelarían.

Tuve que volver a comenzar el libro, ya que todo aquel monólogo interno que inundaba mi cabeza me impedía prestar atención a lo que estaba leyendo. Cuando quise darme cuenta iba apróximadamente por la mitad del libro y una palabra captó toda mi atención: 'Okay', una palabra tan simple pero que podía significar tantísimas cosas. Podías decirlo porque sí, porque realmente estabas de acuerdo, porque te encontrabas bien, irónicamente y quizás con una infinidad más de significados. A pesar de que esa palabra me llenase en aquel momento no quise hacerla mía, porque pertenecía a ellos, a los protagonistas del libro, que aunque no fuese una historia real, era un libro que te hacía ser suyo, que te poseía en cada una de sus páginas, hasta tal punto de perder la noción del tiempo, todo aquello que hizo conmigo.

Cuando terminé el libro me incorporé y miré por la ventana que se situaba al lado de la cama. El paisaje que encontré era bello, el sol radiante que anteriormente había estado en mis pensamientos ahora se encontraba ahí llenando de luz con sus rayos a cada uno de los árboles ya florecidos. 

Qué bello era aquel momento, cuánto me llenaba de fuerza. Por eso no me iba a rendir, porque no era única en aquel mundo, tenía algo más que conseguir en mi vida y no debía dejar que aquella experiencia desgarradora me consumiese hasta la nada.




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