jueves, 4 de septiembre de 2014

XVII. Fall.

Se hacía de noche cada vez antes porque ya llegaba el otoño y cada calle estaba cubierta por una alfombra idéntica a la del bosque de mis sueños con hojas de tonalidades distintas: marrones, verdes, amarillas e incluso algunas de un precioso color rojo pasión.

Iba caminando por una de esas calles, pisando con delicadeza con  mis botas las hojas. Me había vuelto algo más sensible y lo que pretendía era comportarme con más delicadeza sin causarle daño a nada ni nadie para que no acabasen como yo. Y otra razón era que quería guardarme fuerzas para lo que pudiese pasar en un futuro no muy lejano.

Me paré en seco. Una de las hojas próximas a mis pies estaba impregnada por lo que parecía un líquido azul, tinta que a alguien podía habérsele esparramado por el suelo y me pregunté quién andaría con un bote de tinta abierto por la calle, aunque luego recordé que con lo torpe que era yo no podía juzgar a otra persona porque perfectamente me podría haber ocurrido a mí.

Me agaché para observarlo de cerca. Los pocos rayos de sol que asomaban entre las nubes hacían que aquel líquido tomase tonalidades brillantes como si también se hubiese esparcido purpurina en ella. Vamos, un estuche de artes entero.

Saqué las manos de los bolsillos delanteros de mi pantalón, mis ojos se entrecerraron como por instinto y con dos dedos toqué el líquido. Era pegajoso pero no demasiado, realmente espeso. Sentí un balanceo en mi cuerpo y un golpecito en la nuca. Una imagen apareció en mi mente tan clara que cambió de posición para situarse en frente de mis ojos. Se trataba de Érika en el baño del instituto -aquel sitio que llevaba tanto tiempo sin pisar y que iba a recibir mi aparición de nuevo después de tanto tiempo, ya que tras días sin tener ningún tipo de alucinación frecuente Nana decidió que debía volver a las clases y retomar el nuevo curso- se encontraba en el suelo mirándome con temor y a la vez eran sus mismos ojos los que me pedían auzilio mientras notaba que perdía el conocimiento. Su muñeca se encontraba cubierta de sangre, o lo que yo suponía que era ya que mostraba un color azul brillante como el de la hoja. Sus ojos se cerraban a la vez que los ponía en blanco, síntoma de que la perdía. Una cuchilla patentemente afilada estaba al lado de uno de los grifos con sangre en el filo.

Pero algo más apareció en la imagen. La otra vez no me había fijado en un detalle importante. El espejo estaba cubierto de vaho y en él estaban escritas dos palabras: ''PARA TI''. Dos palabras que puede que contuviesen un gran significado pero que para mí era nulo.

Volví a sentir el golpecito en la nuca y un sobresalto se apoderó de mí. De nuevo ante mí se encontraba la calle desierta de gente pero gran habitada por casas y tanto la hoja como mi mano estaban completamente limpias sin rastro del líquido azul.

Me levanté y me rasqué los ojos para volver a la realidad. Seguí hacia delante con paso decidido. Entré en mi casa y me dirigí a mi habitación. Lo primero que mis ojos encontraron en ella fue la jaula de Nicki.

- Pero, ¿quién te habrá cuidado y dado mimos todo este tiempo? Con lo que tú lo necesitas. Ay, mi Nicki... -Confieso que la ternura se apoderó de mí.- Espero que me hayas echado tanto de menos como yo a ti.-Le había echado realmente de menos.- Abrí la jaula, lo cogí y me puse a acariciarle su denso pelaje que lo hacía ser una bolita achuchable. Se revolvió el solo y comenzó a emitir unos sonidos rarísimos que no había escuchado nunca. Tenía la intención de escapar.

- Vaya... Supongo que ahora seré una extraña para ti. Te dejaré en la jaula, precioso - antes de que consiguiese escaparse de entre mis manos lo besé y lo introduje en su casita.

Me puse a pensar en lo ocurrido en la calle y decidí hacer una prueba sobre lo que había visto. Se trataba de una auténtica locura, pero si salía mal, ¿qué iba a perder ya? Lo sentía por los demás, pero había vivido una tortura hasta entonces y no me sentía merecedora de ello. 

Cogí una de las cuchillas de afeitar que había en mi baño y saqué una de ellas. La puse encima de mi piel, cerré los ojos mientras sentía el frío filo sobre ella y me relajé. Respiré hondo varias veces y me imaginé en el bosque que ya sentía que me había atrapado para siempre. 

"¿Debería dejar una nota a Nana?" pensé. 

Antes de disponerme a terminar con aquello, me dirigí a la bañera y puse el grifo en la posición caliente. Ésta se iba llenando poco a poco levantando vapor que consiguió llegar al espejo y cubrirlo por completo. Cuando ya estaba totalmente nublado, escribí en el dos palabras: ''LO SIENTO''. Y fui a por lo que me quedaba por acabar. De nuevo puse la helada cuchilla en mi piel ya caliente por el vapor, y me dispuse a cortar. La valentía entró en mi cuerpo como si hubiese sido una invitada especial y lo hice. Noté un pequeño escozor que comenzó por mi muñeca y continuó por todo mi brazo hasta llegarme al pecho izquierdo. Mi corazón comenzó a bombear cada vez más fuerte y de pronto el pulso pasó a ser flojito. Mis oídos comenzaron a emitir un pitido insoportable, las piernas me temblaban y caí al suelo. Incapaz de levantarme me dejé llevar por el sonido del agua.

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